martes, 22 de febrero de 2011

Sí, pero no.

Su problema es que se empeña en convencerse de que puede vivir al límite y alimentarse sólo de carcajadas, de que puede ignorar el paso del tiempo y hacer lo que le de la gana y disfrutar. Cree que, desde que lleva botas planas, puede correr más rápido sin ir
deprisa, y que controla la palabra "descontrol". Desayuna poquito y
si tiene sueño se frota los ojos, y para adelante. Si se cae se levanta riéndose y grita enloquecida, pero feliz.
El problema es cuando llegan los domingos por la noche y se mira al espejo. Entonces se da cuenta de que todo es una mentira, y de que ella sigue igual.


A.

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