miércoles, 27 de abril de 2011

Y aunque ahora somos como extraños.

Algo de culpa la tiene ese lado ligeramente masoquista que tengo, pero no vamos a engañarnos. Yo disponía de un esquema de vida llenísimo de perfección, a su lado, claro. Ahora, no pensé en hacer un plan B por si acaso. Por eso me fuí, porque no tenía las cosas claras, porque esperaba poder encontrarme en aquel laberinto mirando desde otro punto de vista, quizás cuadraría todo un poco más. Me fuí para no darle más vueltas y esperar a que la solución cayera del cielo, porque yo ya estaba cansada de pensarlo una y otra vez para salir con las manos vacías. Me fuí porque esperaba que él vinera tras de mí. Y no lo hizo.
 A.

lunes, 25 de abril de 2011

Tenía tantas ganas como miedo.

Suponía que no había nada más, ningún "pero", "de repente" o "entonces" que pudiera estirar mi argumento, nada que quisiera sellar un "continuará" en aquella historia, porque no lo había. Pero, como bien dicen, las mejores cosas aparecen cuando menos te lo esperas. De repente todo dió un giro de 180º, cambiando el punto de vista del camino.
Entonces, apareció él.
 A.

sábado, 16 de abril de 2011

Báilame el agua.

-Hacía tiempo que no me besabas.
+Tú siempre esperas gestos. Yo palabras. Vivimos en mundos distintos.

Que ganas no me faltan.

"Para que los pequeños detalles se disfruten... no sé, supongo que la gracia está en no ir embalada. ¡Sí, eso es! Así, un día, cuando menos te lo esperas, la vida te sorprende con cualquier tipo de antojo, y satisfacción al cuadrado." Su mirada inundada en júbilo decía más que sus palabras.
Entonces supe que su deseo escondía algo de recelo.
A.

Buenos días.

Abre los ojos lentamente, con cuidado. Aún es pronto. Se recuesta un poco sobe la cama, ya algo más consciente. Vaya noche la de anoche, piensa. Poco a poco sus ojos se van acostumbrando a la oscuridad y, ya algo más despierta, sonríe. Pero su sonrisa esconde algo del ya monótono dolor que lleva guardando durante tanto tiempo, quizás algo disimulado, un pelín tintado del color de la aceptación. Suspira cansada, decepcionada de que aún sea él lo primero que le viene a la cabeza al despertar. Pero a pesar del leve mareo por las copas de más de la noche anterior, de algo está segura. Y es que no lo va a olvidar nunca, pero no vale la pena seguir apegada al recuerdo teniendo muchas más razones para sonreír, como el muy buen día que le espera empezando por la sonrisa que ya ilumina su dulce cara.


A.

lunes, 11 de abril de 2011

En train d'apprende, ou d'oublier.

Efectivamente, a varios cientos de kilómetros, él sale por la puerta de su casa a pasear al perro. Va arreglado, el negro le sienta bien, pero la expresión de su cara le da un aspecto algo desaliñado. Su orgullo está de su lado, pero no sus fuerzas, que se niegan a retener más unas pequeñas lágrimas. Demasiados recuerdos.
Ella camina despreocupada, sus botas militares avanzando rápidas y decididas. Él va despacio, casi sin dirección. Ella suspira con dolor, deseando poder estar a su lado. Él suspira con dolor, sumido en sus jóvenes recuerdos. Y mientras abre la puerta de su casa, él no sabe que ella le necesita tanto como él. La pequeña diferencia es que su sufrimiento no tiene fecha en el calendario.
 A.

jueves, 7 de abril de 2011

No me hagas caso.

Ella grita. Él escucha, o al menos lo intenta. La verdad es que no entiende absolutamente nada de lo que ella dice. Se fija en sus labios, que tiemblan desesperados, intentando descifrar el montón de palabras que no cesan de salir de su boca. Nada, imposible, ni siquiera es capaz de leerle los labios. Y será por la rabia, por todo el dolor que ha guardado durante tanto tiempo, por todo lo que ha sido. Sí, eso es. Por eso él escucha, por eso aprieta con fuerza los puños para evitarse más problemas, porque sabe perfectamente que ella tiene razón, que tiene motivos para estar enfadada, para gritarle e insultarle, sabe incluso que se merece mucho más que unas estúpidas y frustradas palabras que ni siquiera logra unir. Así que él solo asiente, baja la mirada, aprieta más los puños y de vez en cuando consigue descifrar un par de palabras: capullo, cabrón. Se nota cansada, las palabras ya ni siquiera están en su lugar, las frases no tienen ni pies ni cabeza. Y entonces solo silencio. Solo se oye su pesada respiración, lenta.
Él la mira, se acerca despacio y por fin la abraza, con fuerza.
“No vuelvas a hacerlo… No vuelvas a desaparecer así de mi vida.”

M

martes, 5 de abril de 2011

Lo que antes te era de más, ahora se te hace de menos.

Nos diferenciaban muchas más cosas que todo eso, pero no como tú piensas. Porque es verdad que yo era una niña, pero vivía el presente y tenía la mirada perdida en el futuro, un futuro lleno de falsas esperanzas, pero algo esperaba. Él sólo sabía sentarse en aquél muro y fumar, y muy de vez en cuando, se levantaba para encender mis ilusiones como si fueran dinamita, creando unos instantes de luz para luego dejarlo todo detrozado.
A.