domingo, 13 de febrero de 2011

La vida está loca.

Corre apresurada, lo más rápido que puede, sin apenas estar atenta de colocar correctamente un pie delante del otro. Sus rizos parecen pender del viento, que acaricia sus felices facciones, disfrutando del roce provocado por la velocidad. Y ella sigue corriendo, sin apenas parar a pensar y mucho menos a respirar.
Sólo quiere llegar.
Frena en seco. A tan sólo unos metros, él. Se acerca pícaramente pensando en darle un sustillo, cuando él se gira y la sonríe. Automáticamente ella salta a sus brazos y ríe.
-¿Sabes qué es lo mejor de todo? -dice risueña con su voz de niña- Que, a pesar de todo lo ocurrido, seguimos llendo a contracorriente.
Él rompe en un estallido de carcajadas sin soltarla, y añade:
-¿Sabes qué creo yo que es lo mejor de todo? Que estás loca.
-No, -respondió- yo no habría creío nunca que volverías a llevarme a caballito o que volvería a limpiarte los labios de chocolate. La vida está loca.

 

A.

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