miércoles, 23 de febrero de 2011

Dientes de leche.

Era de noche. Caminaba despacio, por calles terriblemente frías, pero no parecía importarle. En realidad nada parecía importarle. “Fueron demasiadas noches interminables, demasiados días de sonrisas, de profundas y largas carcajadas, demasiados días de alocadas situaciones. Y solo te pedí que te quedases un rato más a mi lado, que me siguieses queriendo un poquito, que consiguieses hacerme llorar las lagrimas más dulces del mundo…” Pensar en ello le hacía sentirse frágil, vulnerable, pero evitarlo no era mucho mejor, de hecho prefería hacerse daño que sentirse cobarde. Solo un poquito más, solo eso. Un poquitito más.”
Y de repente se sintió como una niña pequeña. Como cuando se te caía un diente, y no podías parar de pasar la lengua por el espacio vacío. Pero aquel espacio no se llenaría jamás, al menos no como ella esperaba.
M

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