sábado, 16 de abril de 2011

Buenos días.

Abre los ojos lentamente, con cuidado. Aún es pronto. Se recuesta un poco sobe la cama, ya algo más consciente. Vaya noche la de anoche, piensa. Poco a poco sus ojos se van acostumbrando a la oscuridad y, ya algo más despierta, sonríe. Pero su sonrisa esconde algo del ya monótono dolor que lleva guardando durante tanto tiempo, quizás algo disimulado, un pelín tintado del color de la aceptación. Suspira cansada, decepcionada de que aún sea él lo primero que le viene a la cabeza al despertar. Pero a pesar del leve mareo por las copas de más de la noche anterior, de algo está segura. Y es que no lo va a olvidar nunca, pero no vale la pena seguir apegada al recuerdo teniendo muchas más razones para sonreír, como el muy buen día que le espera empezando por la sonrisa que ya ilumina su dulce cara.


A.

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