Juguetea nerviosa con la
cremallera, subiéndola y bajándola aleatoriamente. La camiseta se queda
enganchada, pero cuando consigue desengancharla vuelve de nuevo a la carga.
Mira una vez más el calendario que cuelga
torcido de una de las paredes de la cocina y siente como si le diesen una
bofetada al ver ese recuadro rodeado de un rojo intenso. 24 de mayo.
Su risa, su música, su fuerza, su
alegría, sus abrazos… todo ha ido desapareciendo con el paso del tiempo, pero
no piensa dejar que le priven de esa parte de vida que por derecho es suya.
Por un momento deja de proyectarse
en el pasado y sonríe.
<¿Cómo saber lo complicado que
es? No hay normas pactadas, no venimos con ningún tipo de instrucciones debajo
del brazo. Nadie te dice si lo haces bien o mal y eso solo pueden saberlo
cuando crecemos. Me costó meses comprender el riesgo que corren, sabiendo que
para nosotros será muy fácil reprocharles nuestras frustraciones en el futuro.>
ÉL le sonríe dulce, agarrando
con fuerza su mano. Se restriega con la manga de la sudadera una lágrima que
recorre su mejilla.
<La verdad, es una pena que la
gente no sepa lo que es amor y sobre todo, que no valoren lo que tienen hasta
que lo pierden, y sobre todo no saber que sin duda el amor
de los padres es el más desinteresado del mundo.>
M
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