miércoles, 29 de mayo de 2013

La alegría no tiene causa.

Juguetea nerviosa con la cremallera, subiéndola y bajándola aleatoriamente. La camiseta se queda enganchada, pero cuando consigue desengancharla vuelve de nuevo a la carga.
 Mira una vez más el calendario que cuelga torcido de una de las paredes de la cocina y siente como si le diesen una bofetada al ver ese recuadro rodeado de un rojo intenso. 24 de mayo.
Su risa, su música, su fuerza, su alegría, sus abrazos… todo ha ido desapareciendo con el paso del tiempo, pero no piensa dejar que le priven de esa parte de vida que por derecho es suya.
Por un momento deja de proyectarse en el pasado y sonríe.

<¿Cómo saber lo complicado que es? No hay normas pactadas, no venimos con ningún tipo de instrucciones debajo del brazo. Nadie te dice si lo haces bien o mal y eso solo pueden saberlo cuando crecemos. Me costó meses comprender el riesgo que corren, sabiendo que para nosotros será muy fácil reprocharles nuestras frustraciones en el futuro.>

ÉL le sonríe dulce, agarrando con fuerza su mano. Se restriega con la manga de la sudadera una lágrima que recorre su mejilla.


<La verdad, es una pena que la gente no sepa lo que es amor y sobre todo, que no valoren lo que tienen hasta que  lo pierden, y sobre todo no saber que sin duda el amor de los padres es el más desinteresado del mundo.>

M

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