sábado, 19 de mayo de 2012

Maybe that's what happens when a tornado meets a volcano.

Hace ya tiempo que leí en un libro que el amor no se basa en dos palabras susurradas antes de irte a la cama, así como tampoco se precisa un cien por cien de entrega, porque, a veces, cuando entregas, te quedas sin nada.
Siempre he dicho que hay dos tipos de personas en esta vida, y no, no son los que dijo Homer Simpson (los que saben contar y los que no), sino otra clasificación más importante: los que dejan huella y los que no.
Veréis, M y yo hemos compartido mucha vida juntas, y no en el sentido de que hayamos sido inseparables desde que llevábamos pañales; es más, todo lo contrario. Cuando digo que hemos compartido mucha vida me refiero a que lo sabemos todo lo uno de la otra, a que hemos sentido todo lo que se puede sentir por una persona, sea bueno o sea malo. Eso es lo que nos hace fuertes.
Las cosas cambian, y eso es algo totalmente inevitable. Como dijo Randy Pausch, "no podemos elejir la mano que nos dan, pero sí cómo jugar nuestras cartas". Por eso, depende de nosotros el cómo cambien las cosas. Está en nosotros el aferrarnos a algo o dejarlo marchar.
Volviendo al principio, supongo que debería aclarar mi tesis:
Yo no puedo darme al cien por cien en todo. Tiendo a ello, pero por h o por b siempre hay algo que acaba fastidiando las cosas. Siempre me hizo gracia un cuento que narra cómo dos erizos, muertos de frío, se acercan una y otra vez para darse calor, fallando en el intento cada vez que se aproximaban, puesto que se pinchaban entre sí. Al final, descubrieron la postura perfecta: ni muy cerca ni muy lejos, y ni se hicieron daño ni pasaron frío.
Si de algo estoy segura, es de que por las personas que dejan huella vale la pena pincharse., aunque si las púas de la otra persona te hacen daño y las tuyas dañan al otro, no se puede forzar la situación. Por eso a veces vale más una sonrisa o un abrazo bien dado que una rutina. O no.
Dicen que valoramos más lo que no tenemos tan a nuestro alcance. Mentira. MAAM ha sido fuerte y ha sido débil. Pero nunca, nunca, nunca ha dejado de ser el mismo MAAM.
Te quiere,
A.

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